
Su relación con la corriente japonesa zen y hasta con la física cuántica es evidente. No es por azar que el arte abstracto es la mayor y más fidedigna representación de nuestra época, que rompió con moldes y acató la expresión artística como un todo, sin fraccionamientos que obstruyeran la máxima libertad de las ideas.
Se debe destacar a su precursor y teórico, el ruso Wassili Kandinsky, cuya obrita "de lo espiritual en el arte" estuvo en el candelero hace ya muchos años, pero aún hoy en día puede leerse sin verguenza alguna. Pero el hito más identificativo y puro en su más representativa significancia es el de Piet Mondrian.
Su obra es el aniquilante total de cualquier tipo de figuración de lo exterior, aquí el equilibrio subyuga al ojo, pero por la vía espiritual. Los dos: visión es espíritu y espíritu es la visión del ojo, lo que el ojo delata es lo real en el espíritu por partes iguales. En este caso, la visión no cumple la función de engañar por falta de contenido (Trompe L'oeil) del continente, en donde todos participan en el reencuentro con la obra.
Otro artista de la misma tendencia es Malevich, que utilizando formas geométricas, por lo general cuadrados que casi abarcan la totalidad de la obra, grises sobre fondos más claros, otras blancos sobre fondos casi blancos, produciendo una sensación de equilibrio inalterable. Esa búsqueda de equilibrio fue lo que llevó a Piet Mondrian a adherirse a una escuela gnóstica de tipo ritualista a base de ejercicios de mudras y mantrams. Algo similar ocurrió con Fernando Lèger, famoso pintor cubista.
Agregar que Mondrián se educó en una familia rígidamente pietista fundamentalista. Sus primeros pasos en pintura los dió dentro de un fauvismo post-impresionista.

Otro artista de la misma tendencia es Malevich, que utilizando formas geométricas, por lo general cuadrados que casi abarcan la totalidad de la obra, grises sobre fondos más claros, otras blancos sobre fondos casi blancos, produciendo una sensación de equilibrio inalterable. Esa búsqueda de equilibrio fue lo que llevó a Piet Mondrian a adherirse a una escuela gnóstica de tipo ritualista a base de ejercicios de mudras y mantrams. Algo similar ocurrió con Fernando Lèger, famoso pintor cubista.
Agregar que Mondrián se educó en una familia rígidamente pietista fundamentalista. Sus primeros pasos en pintura los dió dentro de un fauvismo post-impresionista.
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