sábado, 24 de julio de 2010

Bram Van Velde: Tránsito y transición

Este pintor holandés nació en Zoetewonde en 1895 y murió en Grimaud, en 1981. Se inició en el expresionismo alemán, evolucinó en París hacia el fauvismo, y más tarde, por influencia del cubismo, realizó obras progresivamente más abstractas con gran originalidad.
Tratar sobre lo que en realidad fue la continuación inmediata al abstraccionismo puro europeo sin mencionar a Van Velde es una ligereza propia de los historiadores de arte adocenados.
Van Velde exige del espectador su atención hacia una especie de memoria secuencial de las formas en su gestación, iniciando así una rémora de protomensaje adherido al subconsciente humano que se recicla en el devenir cultural de todos los tiempos en una u otra forma. En este caso las formas son delimitadas pero sin impedir que de ellas surja la sensación de una movilidad graciosa, preñadas a veces de tintes claros, pálidos, recortándose en los bordes con delicadas líneas oscuras, otras veces con entretejidos soportes en las composiciones, que se aprecian sobretodo en sus últimas producciones, de gran tamaño. La tónica general de esas pinturas aparentan gestarse sobre una tenue ingravidez silenciosa; el empaste parece grueso pero no lo es, la repetición existe pero no a la manera de un Wilfredo Lam sino que se manifiesta así porque realiza un esfuerzo de expresar en la totalidad la parcialidad y viceversa, con lo que su obra es consecuente pero no recurrente.
En definitiva Van Velde es el nexo histórico ineludible entre la etapa final de los abstractos y un acercamiento a la nueva figuración de los setenta.

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